Esta escena es muy gráfica e ilustra a la perfección la intención de este primer texto con el que inauguramos nuestro blog. Imagina a ese plácido consumidor ensimismado y atento a las redes sociales que consulta en su móvil mientras pasea frente a tu tienda.
Por supuesto, no levanta la cabeza ni un momento, ni repara en esa estupenda oferta que tienes plantada en tu escaparate y que está seguro que le encantaría si se diera de bruces con ella. Sin embargo, ese feliz encuentro no se produce y he ahí que se larga sin pena ni gloria.
Pensarás qué vaya ceguera la suya, ¿verdad? Sin embargo, aquí el único perjudicado con semejante actitud es nuestro negocio que sigue empeñado en pasar de largo de las redes sociales, pensando que lo de siempre –ese escaparate bien surtido de ofertas– continúa funcionando.
Planificar y planificar: ése es el camino
Otro error frecuente es pasarse al lado digital de la vida, pero sin orden ni concierto, a la aventura y sin tener claro qué se propósito se persigue. También es común crear el perfil en la red social y dejarlo dormir el sueño de los justos con subidas de contenido esporádicas, contestación ocasional de mensajes e información insuficiente o errónea acerca de los productos que vendemos o servicios que se ofrecen.
De hecho, según un reciente estudio de We Are Social y Hootsuite, un 75 % de los consumidores reconoce haber comprado algo después de haberlo visto en las redes sociales. A esto se añade que un 57% muestra interés en la adquisición de algún producto en concreto después de consultar tiendas virtuales en estos canales.
En definitiva, las redes sociales no se limitan a ser una nueva forma de comunicar, pues también se han convertido en una excelente manera de vender. Por supuesto, las redes sociales no tienen un mero cometido social, sino también pueden constituir la herramienta marketera perfecta para construir nuestra marca y reputación.
¿Y dónde ponemos la tienda de campaña?
No obstante, en esto de empezar a vender en las redes sociales no todos los canales valen y los comercios se sienten abrumados ante la abundancia de redes sociales. Así, hay algunos más acordes a nuestro sector y a las metas que nos proponemos: Instagram, Facebook, YouTube, Pinterest… Todas ellas se caracterizan por un lenguaje diferente.
Vamos a ver las dos más importantes.
1) Instagram, la red social del momento
Esta red cuenta con más de 1.000 millones de usuarios en el mundo y la familia va en aumento. En este sentido, según un informe elaborado por IAB Spain, la Asociación de publicidad, marketing y comunicación digital en España, Instagram es la que más ha crecido durante 2018.
Sin embargo, para que todo fluya en este espacio nuestras fotos deben ser irreprochables y con el suficiente atractivo para destacar entre el maremagno fotográfico. Si no somos hábiles en este campo, más vale que descartemos esta opción. En cualquier caso, existen negocios cuya naturaleza está pidiendo a gritos contar con una cuenta en Instagram: moda, complementos, alimentación, restaurantes… Es decir, tiendas con productos muy visuales cuya sola contemplación pueden funcionar como el mejor reclamo si nos esmeramos en la presentación y la descripción con las etiquetas (o hashtags) adecuados. Todo nos entra mejor por los ojos y eso, Instagram lo sabe.
Además, según un estudio cuya autoría corre a cargo de Newswhip, resulta que los usuarios de esta red social son inquietos y muy comprometidos. Los datos aseguran que el engagement (el interés de los usuarios) de Instagram es superior al de Facebook desde junio de 2015. Justo lo que andamos buscando para nuestra marca.
2) Facebook, contigo empezó todo
Facebook, contigo empezó todo, ¿verdad? No en vano, fue una de las primeras redes sociales en las que muchos usuarios se estrenaron en esto de la vida social 2.0. Actualmente dispone de más de 2.000 millones de usuarios en el mundo. Además, según Shopify, es una de redes sociales más aptas para vender un producto o servicio dado el tremendo volumen de personas que la emplean.
Sin embargo, la red social por antonomasia empieza a mostrar signos de cansancio, pues en los últimos tres meses se han desconectado más de 3 millones de usuarios activos diarios.
Pero no pasa nada, su dueño, Marc Zuckerberg, tiene Instagram para resarcirse de las heridas infligidas pues también es su propietario.
En cualquier caso, podemos hablar de una serie de reglas comunes a todas las redes sociales:
- Prontitud en la respuesta.
- Un contenido adecuado e interesante.
- Cierta frecuencia (para que no se olviden de nosotros, pero sin saturar).
- Cuidar no solo las imágenes, sino también el texto que lo acompañe que ha ser conciso pero atractivo. Y, por supuesto, sin faltas de ortografía que espanten a la clientela pues puede denotar una falta de profesionalidad (y eso es justo lo que queremos vender; nuestro buen oficio).
Las redes sociales, un yacimiento de datos
Otra virtud de las redes sociales es que nos permiten saber qué tipo de productos gustan y cuáles pasan sin pena ni gloria. Un aspecto que podremos medir gracias a las reacciones y comentarios de la audiencia. Lo cierto es que es común que nuestro entusiasmo por un producto en particular nos haga perder perspectiva y seamos, por lo tanto, incapaces de apreciar que nuestra clientela no es de la misma opinión. Así, podremos recular y ahondar en los productos que sí que generan interés.
También es cierto que las redes sociales son un estupendo lugar donde evangelizar e informar a nuestro público acerca de nuevos artículos en el mercado que, aunque sean estupendos, requieren un esfuerzo extra para divulgar sus virtudes. Así, con un estupendo vídeo colgado en la sección stories o en nuestro muro de Facebook podremos contarlo de manera atractiva, una y otra vez, sin cansarnos por ello. ¿No es genial?
Estamos seguros de que la próxima vez que ese usuario pase por delante de nuestro escaparate, parará ante nuestra puerta y entrará a preguntar por ese producto que acaba de visualizar en Instagram. Por supuesto, no será el único.